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Uno de cada tres argentinos conoce a alguien que se hizo un aborto

Un relevamiento de la consultora Trespuntozero señala que el 49,7% de los argentinos rechaza la legalización del aborto y el 47,7% lo aprueba.

Sin ley que lo ampare, el 5,8 de los argentinos han reconocido haber abortado y el 29,9 dice que conocen a alguien que lo ha hecho. Estos números, que se mantienen constantes de medición a medición –aproximadamente 1 de cada 3 argentinos si se suman las dos categorías-, muestran que el aborto no es un tema abstracto y que su prohibición no inhibe su práctica; sólo la vuelve clandestina.

 

La controversia está lanzada y divide a la sociedad en partes prácticamente iguales. El estudio de referencia muestra que el 49,7 de los argentinos rechazan su legalización y el 47,7 lo aprueba. Es casi como si compusiesen una capa adicional a la grieta, una más para una Argentina que tiene doble lente y universos paralelos de sentido para muchos de sus temas y la prohibición rompe el ordenamiento de grieta tradicional y representa, por ello mismo, un desafío al interior de cada uno de los dos espacios políticos que concentran el caudal más importante de adhesiones del tablero nacional.

 

Hagamos zoom en estos dos universos. Por un lado el electorado del FdT es más “verde” que “celeste”; el 62 por ciento de su electorado se manifiesta a favor de la legalización, mientras que la reprueba apenas el 33,9. Esta preferencia, por un lado, permite comprender la promesa de campaña por la legalización y, al mismo tiempo, muestra que no será gratis para el gobierno movilizar su aprobación.

Probablemente no sea, tal como suele decirse por ahí, que las conquistas de derechos sustituirán los aciertos económicos. Estamos ante materias que no funcionan en la disyuntiva sino en la conjunción: derechos más economía y no derechos o economía.

 

Por otro lado, el espacio de JxC muestra un adhesión y un rechazo inverso: son más sus electores que están en contra que los que están a favor; para decirlo cromáticamente, los amarillos son más celestes que verdes. Esta distribución de las opiniones también supone para la coalición opositora incomodidades y costos que probablemente veamos aflorar nuevamente en las discusiones legislativas.

 

Para salpimentar más la escena, el 52,5 de los argentinos y, en particular el 60% de los electores del oficialismo, expresan que tendrán en consideración la postura de los candidatos a diputados y senadores de cara a las elecciones del 2021. Esto significa que más de la mitad de la sociedad argentina tiene en el aborto un elemento entre otros para la decisión de su voto. Haciendo foco en el electorado oficialista, hay que señalar que el 8,8% de sus votantes, poco más de 4 puntos del total de los electores del 2019, sostienen que no volverían a acompañar al presidente Fernández con su voto si no elevase el proyecto de ILE. Esto equivale a poco más de un millón de votos y es un universo que, en parte, está caracterizado por el color verde de su pañuelo. El proyecto ya fue elevado, ¿la disposición electoral se mantendrá si no ven esfuerzos por su aprobación? Es una incógnita que aún no puede ser revelada. Por lo pronto, al presidente se lo ve en una posición favorable a la legalización del aborto (62,3%) o bien se desconoce su posición. En total suman 91% del electorado. Casi nadie puede decir que el presidente traicionó sus expectativas empujando la ley.

 

En el 2018 se tuvo la oportunidad de dar un paso adelante en materia de derechos pero un Senado de composición conservadora, en alianza con la Iglesia, lo impidió. Hace poco la Iglesia bendijo las uniones del mismo sexo y mostró apoyo a la legalización de la “unión civil homosexual”. Lo hizo diez años después de que se aprobara la ley de matrimonio igualitario, del 15 de julio de 2010.

Por lo pronto sabemos que uno de los campos donde se juega la discusión y la materia del ILE es el de la salud pública y no únicamente la religiosidad. En definitiva, como muestra el reconocimiento de los encuestados, que están dispuestos a admitir algo tan íntimo y doloroso como un aborto, su no aprobación no hará más que condenar a la clandestinidad una práctica que, aun en la ilegalidad, no deja de tener lugar.

 

Los datos consignados en esta nota corresponden a un relevamiento de 1600 casos de alcance nacional hecho por la consultora Trespuntozero.

(*) Directora de Trespuntozero